Desde su puesto al frente de Casa de las Américas, supo reunir a intelectuales y artistas de todo el continente, promoviendo un diálogo diverso y solidario entre las expresiones más auténticas de nuestra identidad latinoamericana.
En ella confluyen la pasión de la luchadora, la sensibilidad de la creadora y la visión de una mujer que hizo de la cultura un espacio para la libertad y el pensamiento.